
Los márgenes del rio Algar han evolucionado mucho durante el pasado siglo.
Si durante años los alteanos los aprovecharon para sus huertos, porque están compuestos de una muy rica tierra de aluvión acumulada, que los árabes llamaron alcoleja, durante la década de los 90 y bajo mando socialista se adecentó su desembocadura para crear un pequeño parque para el disfrute del pueblo, con bancos y con “estaciones” donde uno podía parar un rato a comer pipas o hacer algo de gimnasia. La muy buena idea fue cofinanciada por los fondos FEDER europeos. El pequeño parque, que no llegaba a “encontronarse” demasiado con la vida salvaje, llegó a ser inaugurado y disfrutado por familias y deportistas que allí corrían o pedaleaban.
Pero cuando el temible alcalde pepero Ortiz logró volver al poder municipal pocos meses antes de que naciera el último ciclo de cementación a toda costa de las costas españolas…
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