Abuso ritual satánico: Inténtalo, detrás de cualquier esquina tienes la oportunidad de dejarlo


Noticias sobre abuso ritual satánico aparecidas en diferentes medios de comunicación.

Dos triples asesinatos de niños en 1993: Alcàsser y Memphis.

Del de Alcàsser ya han podido leer bastantes detalles en este blog, del de Memphis posiblemente nunca hayan oído hablar.

Este artículo va dirigido a las personas que saben, que amparan o que incluso practican estos rituales sangrientos que ellos creen que son necesarios. A un alto nivel se piensa que sin estos sacrificios el equilibrio universal no sería posible y que padeceríamos innumerables desgracias.

Les voy a dejar aqui con un artículo sobre el caso de asesinato ritual de Memphis.


El caso de los Tres de Memphis Los condenados

Los sentenciaron por el salvaje asesinato de tres niños. Para incriminarlos esgrimieron: 1. Inclinación por el rock pesado, 2. Interés por la llamada onda dark, y 3. Afición por las novelas y películas de terror. Esas fueron las «pruebas concluyentes» para que una Corte de Arkansas los declarara culpables. Echols ha sido condenado a muerte, Baldwin a cadena perpetua y Misskelley a pasar cuarenta años en prisión. La injusta sentencia dictada contra los «Tres de Memphis» se ha convertido en uno de los casos más polémicos para la opinión pública norteamericana. Esta es la historia.
No, ni siquiera lo he buscado, porque a mí nadie me había dicho que Dios estaba perdido».

DECLARACIONES DE DEMIAN ECHOLS EN EL PABELLÓN DE LA MUERTE, AL SER PREGUNTADO SI EN SU SITUACIÓN HA CONSEGUIDO ENCONTRAR A DIOS.
Escribe Adriana León

La mañana del 6 de mayo de 1993, un pequeño pueblo al oeste de Memphis, en Arkansas, Estados Unidos, se tiñó de sangre e histeria colectiva. Detrás de unos árboles en la colina conocida como Robin Hood, la policía halló los cuerpos sin vida Michael Moore, Steven Branch y Chirstopher Byers, tres niños de 9 años cuyos restos demostraban haber sido brutalmente asesinados. Dos murieron ahogados. El tercero, Christopher Byers, se desangró luego de haber sido apuñalado sin cesar y finalmente castrado.
En menos de doce horas, y sin que se realizarán las necropsias respectivas, la policía de Memphis detuvo a Demian Echols (19) como presunto responsable del triple homicidio. Según determinaron las autoridades, el joven lideraba un grupo de «adoración a Satán». El crimen habría sido consumado tras la práctica de un extraño ritual.
Junto a Echols fueron arrestados Jason Baldwin (17) y Jessie Lloyd Misskelley (16), este último con un coeficiente intelectual bastante bajo que fue aprovechado por la policía para conseguir su autoinculpación.
Tres años más tarde, la Corte Suprema de Arkansas dictó su sentencia: Echols, sindicado por el jurado como el cabecilla del grupo satánico, fue condenado a la pena capital. Jason Baldwin consiguió la cadena perpetua y Jessie Misskelley, interrogado antes que los otros dos, fue encontrado culpable en base a su confesión y condenado a no menos de 40 años de prisión efectiva.
La policía basó su investigación en la confesión forzada de Misskelley. Pero sobre todo en el hecho de que Demian Echols se vestía de negro, era fanático del rock pesado (por entonces escuchaba Metallica y Megadeath) y la literatura de Stephen King. «Son los únicos capaces de hacer una cosas así», expresó el jefe de la policía luego de arrestar a los tres jóvenes. Aunque no hubo evidencia alguna que relacionara a Demian Echols con las víctimas y su terrible deceso, los rumores, la ineficacia e irresponsabilidad de la policía y los medios sensacionalistas crearon la atmósfera perfecta para culpar a los tres adolescentes, sindicados por los «testigos» como unos jóvenes de «extraño comportamiento».

EL DIABLO SE VISTE DE NEGRO
Al jurado le bastó el testimonio de un experto en ciencias ocultas, que testificó que «los jóvenes integrantes del culto satánico habrían cometido el crimen como parte de la celebración de una fiesta pagana celebrada dos días antes del homicidio». El experto señaló además que los jóvenes que llevan las uñas pintadas de negro, visten camisetas del mismo color y tienen tatuajes son seguidores indiscutibles de Satán. Echols y sus amigos coincidían con la descripción de este testigo de dudosa reputación.
Pero no todos los testimonios fueron medidos con la misma vara por la Corte de Arkansas. El doctor Richard Ofshe, experto en detectar confesiones falsas y ganador del premio Pulitzer por su colaboración en el esclarecimiento de casos de violación de derechos humanos, atestiguó que la cinta en la que Jessie Misskelley se autoinculpaba era un «clásico ejemplo de coerción por parte de la policía». El testimonio de Ofshe, sin embargo, no fue escuchado en su totalidad por el jurado.
Y es que los ritos satánicos son, en muchos casos, la vía más fácil para explicar un fenómeno que ocurre con alarmante regularidad en aquellos lugares de los Estados Unidos donde el atávico conservadurismo cristiano se convierte en juez y parte. Los supersticiosos, y también los fanáticos religiosos, prefieren explicar este tipo de acontecimientos difíciles de concebir por el alto grado de crueldad ó culpando a demonios, brujas y estrellas del rock n roll. En vez de enfrentar el comportamiento criminal o la patología de un desquiciado capaz de cometer un crimen tan violento como éste, prefieren echarle la culpa a Satán.
Nunca hubo evidencia que incrimina a Demian, Jason o Jessie con el asesinato de los tres niños. Ni siquiera se pudo probar que se conocían. Lo único que hubo fue la suspicacia de los habitantes de West Memphis, en la frontera con Tennesse, alimentada por los medios locales cuyos titulares mencionaron por lo menos una vez la palabra «Satán» y «culto». Hollywood no habría podido escribir una historia mejor. Aunque esta vez no se trata de la ficción, sino de la injusta realidad.

Muerte lenta
Demian Echols pasa las 24 horas del día en una celda de dos por cuatro metros, en el pabellón de la muerte del penal de Tucker, Arkansas. Los lunes y jueves el joven condenado a muerte tiene derecho a una hora de patio, pero él confiesa que esto no sucede con regularidad. Los martes, jueves y sábado tiene 10 minutos para ducharse y le están permitidas las visitas una vez a la semana. El joven condenado a muerte tiene derecho a una radio, aunque no se le consiente escuchar ni CDs ni casetes. También recibe el New Yorker, el Harper y todas las cartas, mensajes y literatura que sus defensores le envían por correo.
Oscuro, carismático e inteligente, Echols ha sido siempre un enigma en el epicentro de la tragedia. Pero fue recién a mediados de 1996, tras haberse dictado su sentencia de muerte, que la opinión pública se enteró de lo que sucede en este inhóspito paraje del oeste de Memphis.
Después de meses de investigación periodística, la cadena de televisión HBO presentó un especial llamado «Paraíso perdido: los crímenes de las colinas de Robin Hood». Fue allí que Echols se dio a conocer por primera vez al mundo y demostró, con arrogancia, su notable cultura literaria, un exagerado interés por lo macabro, lo gótico, y sus gustos musicales por el rock pesado. El muchacho de 22 años y transgresora personalidad incluso se autodefinió como «El monstruo de Memphis», y lanzó improperios contra los habitantes de su pueblo que, sin duda, contribuyeron a su sentencia.
«Yo era un joven estúpido y estaba muy asustado. Me sentía impotente ante tanta injusticia y sabía que nadie me creería. Si yo hubiera nacido en una ciudad grande ni siquiera me hubieran mirado en la calle. Pero nací en un pueblo de mierda, una suerte de Salem moderno donde escuchar Metallica basta para ir al banquillo de los acusados», declaró Echols a HBO.
Cinco años después de ser condenado, Demian Echols se muestra ahora más reposado. Convertido al budismo y casado por correspondencia con su novia Lorri, el joven de 27 años espera su sentencia de muerte por inyección letal entregado a la lectura, la meditación, a seguir cursos por correo y a contestar las cartas que a veces llegan a 250 por día. Demian Echols no está solo. Un grupo cada vez mayor de defensores cree en su inocencia, así como en la de Jason Baldwin y Jessie Misskelley.
Después de la difusión del reportaje que le valió a HBO un Emmy en el 96 y un rating que subió como espuma o una página web en favor de los condenados apareció en el ciberespacio. Elaborada por el cineasta Adam Pashley, el guionista Burk Sauls y la fotógrafa Kathy Bakken, los tres neoyorquinos emprendieron una cruzada a la que bautizaron como «Libertad para los Tres de Memphis». Ese mismo año (1996) visitaron a los jóvenes en prisión, atendieron sus súplicas e investigaron sobre nuevas evidencias publicándolas en un sitio en Internet que hoy es visitado por un promedio de 8 mil personas al día (wm3.org).

Cruzada por la libertad
Convencidos de la inocencia y después de constatar el estado de abandono en el que se encontraban los jóvenes, los artistas pidieron revisar el caso. Pero la Corte Suprema de Arkansas resulta bastante arbitraria en sus normas, y es allí donde radica el problema principal que impide sean nuevamente juzgados. Según la norma 37, luego de dictado el veredicto, el sentenciado, si bien tiene derecho a apelar las veces que desee, estará prohibido de presentar nuevas evidencias a su favor.
Ante la arbitrariedad de la norma, Bakken, Sauls y Pashley han ayudado a los Tres de Memphis de otras maneras, recaudando fondos para costear las apelaciones mediante una serie de actividades. Pero sobre todo se han convertido en el medio por el cual estos jóvenes se comunican con el mundo exterior.
En junio del 2000, los creadores de la controvertida serie animada South Park, Trey Parker y Matt Stone clamaron durante la entrega de premios del MTV Music a World por la libertad de los Tres de Memphis. Un mes antes la cruzada se había extendido hasta Seattle, Nueva York, Portland, Oregon y San Francisco. En octubre del 2000 salió a la venta el disco compacto «Free West Memphis 3», tras su presentación en un concierto multitudinario. En él participaron músicos de la talla de Eddie Vedder, el ex The Clash Joe Strummer, Tom Waites, L7, Nashville, entre otros.

LA MARCA DE BYERS
Fue la autoinculpación de Jessie Misskelley la evidencia principal presentada contra los tres adolescentes ante la Corte de Arkansas. A pesar de que el joven cayó en más de una contradicción y que su abogado presentó a dos testigos que confirmaban la coartada original de Misskelley (la tarde en que se produjo el triple homicidio éste se encontraba a 50 millas del lugar de los hechos), la Corte de Arkansas no dio marcha atrás. En realidad, el jurado prefirió creer en los absurdos argumentos de la Fiscalía (cultos satánicos y música rock), para ocultar la ineficacia del Departamento de Policía de Arkansas.
Pero existen varios factores que benefician a los acusados. Y es allí donde el documental del HBO «Paraíso perdido 2: las revelaciones» (1999) juega un papel crucial. En él se desliza, con mucha suspicacia, la hipótesis de que John Marck Byers, padrastro de Christopher Byers óla víctima que fue apuñalada y castrada, podría estar involucrado en los crímenes.
A fines de 1998, un odontólogo forense examinó las fotografías de la necropsia y determinó que las marcas de mordedura presentadas en el cuerpo de Chris Byers correspondían a la de un ser humano. Después de comparar las muestras dentales de Echols, Baldwin y Misskelley, los forenses concluyeron que éstas no coincidían con la mordedura en el cuerpo de la víctima. Enterado de las nuevas investigaciones, John Byers se mandó extraer la dentadura y declaró a los medios que había sufrido un accidente. A pesar de las nuevas pruebas, el juez David Burnett, el mismo que presidió la sentencia, determinó que las marcas de mordedura no eran de ser humano.
Por esa misma fecha, un grupo de investigadores privados encontró un cuchillo de caza con restos de sangre seca. La sangre fue sometida a un análisis y coincidió con la de una de las víctimas. Sin embargo, esta prueba fue considerada «poco concluyente» para el gobernador de la Corte, aunque se descubrió que el propietario del cuchillo era nada menos que John Byers y que la sangre encontrada en él era la misma que la de Chirstopher Byers. Cuando John Byers fue llamado a atestiguar, éste confesó que justo ese día se había cortado el pulgar mientras destajaba un venado.
John Byers se encuentra actualmente requisitoriado. Byers consiguió la libertad condicional a fines del 2000, después de 15 meses de prisión tras haber sido sorprendido vendiendo Xanax a un policía encubierto. Además, es investigado por la muerte de su esposa, Melissa Byers, cuyas causas fueron declaradas indeterminadas.

A pesar de los esfuerzos de los organismos de derechos humanos, los Tres de Memphis continúan en prisión y uno de ellos espera la pena de muerte. El presidente Bush no se ha manifestado sobre esta terrible historia poblada de superstición, rumores y leyendas urbanas. Sin embargo, tarde o temprano la presión recaerá sobre el nuevo gobernante norteamericano. El caso debe ser esclarecido no sólo para impedir la impunidad del asesino, también para reparar el daño causado a estos jóvenes.


Si han sabido interpretar bien este artículo se habrán dado cuenta de dos cosas:

  • Como siempre termina implicado un pobre desgraciado en este tipo de crímenes.
  • El artículo va dirigido a desviar la atención del lector hacia el satanismo, tildandolo de poco creíble y cosa irreal.

Pues bien, los documentos judiciales se acaban de desclasificar. Y nuestro buen amigo Juan de csiJuan nos los ha empezado a mostrar esta noche pasada. Un Viernes 13 a las 11 de la noche…

Vuelvo a repetirles a las miles, cientos de miles, millones de personas que están rindiendo culto a entidades que creen superiores que aún están a tiempo de intentarlo…de girar la esquina y ver las maravillas que existen en este planeta Tierra.

Las llamadas casas verdes, hay una muy famosa en Castellón

Un fuerte abrazo Juan…esta noche 14 a las 11 de la noche la segunda parte.

 


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