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Si el articulo de ayer sobre el «negro de Bañolas» retrataba a buena parte del genero humano, este ya va a mostrarnos a las claras la clase de gentuza que se esconde muchas veces detrás de ese supuesto interés científico que les ampara para cometer toda clase de actos malignos.
Y es que hablaremos un poco por encima de la eugenesia…
…esa «filosofía social» que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.
El tufillo que desprenden estos infraseres que se dedicaron (y dedican hoy día) a decirnos lo que esta bien y lo que esta mal llego a su apogeo a principios del siglo pasado.
Francis Galton, Karl Pearson, el propio Charles Darwin o Leonard Darwin fueron grandes científicos defensores de esta vergonzosa pseudociencia. Como podemos leer en la wiki:
«…la «eugenesia positiva»: la mayor reproducción de los que se consideraba que contaban con rasgos hereditarios ventajosos o mejores, y la *eugenesia negativa o «eugenesia activa», la evasión de la reproducción de los que tenían rasgos hereditarios considerados «malos» o peores. En el pasado, las políticas eugenésicas negativas culminaron en actos de segregación y legislaciones que encaminaban a esterilizaciones forzadas e incluso el genocidio de los grupos sociales que fueron vistos como «menos aptos» o inferiores. «
Fíjense como describían a los humanos con caracteres «ibericos» (izq, frente a los negoides der. y los anglo-teutonicos) como a una raza africana, lo cual como pudieron leer en La otra Iberia, la Iberia caucásica es totalmente falso.
En ese contexto el misionero Samuel Phillips Verner fue enviado a África en 1904 para «reclutar» especímenes negros para la exposición universal de San Luis (USA) de 1904.
Allí los científicos eugenistas iban a exponer al mundo sus descubrimientos…la sociedad de la época gustaba de aquellos entretenimientos…mas o menos como ahora pero sin internet ni selfies.

Una de las atracciones mas populares de aquella feria eran las carpas científicas que se exponían en El Lucio, la zona de entretenimiento de la muestra.
«…En una de estas muestras se podían ver a bebés en incubadoras. Los bebés prematuros que nacían en los hospitales cercanos a la muestra eran llevados a ella. Cada bebé era colocado en una incubadora y tenía una enfermera personal. Ésta era una de las atracciones por las que había que pagar una entrada especial, costaba 25 centavos.»
Así que el exhibir a cinco africanos era algo normal. El protagonista de este relato Ota Benga fue capturado en su poblado congoleño mbuti…y presentado como un caníbal ya que tenía los dientes afilados por temas rituales de su tribu.
En dicha exposición de San Luis también era mostrado el jefe apache Gerónimo presentado como «El Tigre Humano»…
Lo que es difícil de entender es que uno de ellos, Ota Benga, una vez acabado aquel teatrillo volviese a África con el misionero Verner y no pudiendo reintegrarse a su comunidad por haber sido exterminada por el colonialismo belga que explotaba El Congo en aquellos momentos…decidiese retornar otra vez a los Estados Unidos.
Esta vez haría de figurante vivo en el Museo Americano de Historia Natural en la ciudad de Nueva York. Allí no era maltratado, pero se aburría infinitamente. No era obviamente un trabajador normal libre y era custodiado por los vigilantes del museo, aunque logro escaparse en diferentes ocasiones causando una conmoción en los alrededores. Así que decidieron encontrarle otro lugar.
Ese lugar fue el Zoo del Bronx en 1906…allí permaneció encerrado en semilibertad en el biorama de los monos. Este es el cartel que advertía a los visitantes de lo que podían ver allí.
Ota Benga en el Zoológico del Bronx en 1906. Pueden adquirir sólo cinco fotos promocionales de Benga, ninguna de ellas en la «Casa de los Monos»; Las cámaras no están permitidas.
El Pigmeo africano «, Ota Benga.»
Edad, 23 años. Altura, 4 pies y 11 pulgadas.
Peso 103 libras. Traído desde el río Kasai, Estado Libre del Congo, Sur África central por el Dr. Samuel P. Verner Expuesto cada tarde durante el mes de septiembre.
Madison Grant como Secretario de la Sociedad Zoológica de Nueva York fue el que permitió e incluso impulso el que se pudiera exhibir a un ser humano junto a «los que dicen nuestros parientes mas cercanos», los monos. «Fue el primer y único negro exhibido en un zoo».Por supuesto este señor fue un eugenetista reconocido y gano prestigiosos premios.
Afortunadamente para Ota Benga su permanencia en el zoo solo duro unos meses, aunque el intentar someterlo a las rígidas costumbres victorianas de la época tampoco le hizo muy feliz. Terminó trabajando recogiendo tabaco y pensando en reunir el dinero necesario para volver a África.
Phillips Verner Bradford el nieto del explorador que se trajo a este pobre pigmeo para que fuera explotado en Estados Unidos escribió el libro que ven arriba, donde relata cómo al no poder volver a su tierra natal por el inicio de la primera guerra mundial terminó suicidándose a la edad de 32 años.
Descansa en paz.
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